DÍA DEL LIBRO

Como bien sabéis el día 23 de abril se celebra el día del libro. Este día siempre lo hemos celebrado de forma muy especial en la escuela dedicándolo a un autor o a un género literario. Este año no lo queremos dejar pasar por alto a pesar de las circunstancias tan difíciles que estamos viviendo. Ha querido colaborar con nosotros un vecino de la escuela, de hecho vive enfrente. Os lo presento.
Gabriel González Ortiz es un gran periodista artajonés. Escribe artículos en Diario de Navarra y también ha publicado varios libros. Le agradecemos este magnífico texto que nos envía y además muy apropiado para celebrar este día en nuestras casas.
Esperamos que todos lo disfrutéis y además que investigeis como os pide. Gracias Gabriel. Además todo el profesorado nos hemos sacado fotos disfrutando de la lectura.

¡Hola!

Cuánto me hubiera gustado estar hoy con todos vosotros y vosotras en la escuela. Pero como sabéis, ahora hay muchas cosas que no se pueden hacer, porque es muy importante que todos nos quedemos en casa.  Así que no se puede salir. ¿O sí? ¿Seguro que no se puede salir?, ¿seguro? ¿Queréis que os cuente un truco para salir de casa? Es muy fácil y muy, pero que muy divertido: los libros.

¿Que no me creéis? Pensad en Gerónimo Stilton y sus viajes al Reino de la Fantasía. O en Harry Potter y su libro de “Animales fantásticos”. No hace falta que os deis un golpe como el roedor, basta con que abráis un buen libro y os dejéis llevar por las historias que os cuentan esas páginas como si fuera un tobogán. Podréis ir donde queráis, como Stilton sobre el dragón del arcoiris. ¿Y qué hacía Gerónimo cuando volvía a Ratonia? Escribía sus aventuras. También podéis hacerlo. ¿Habéis probado a escribir un diario? O mejor aún, ¿habéis probado a contar a los abuelos, a vuestros amigos, a vuestros tíos o primos cómo lo estáis pasando? Pero sin móvil, con lápiz y con vuestros dibujos, contándoles todo lo que os apetezca. Lo escribís, lo metéis en un sobre, lo echáis al buzón, y en unos pocos días estaréis visitando así a vuestros abuelos, a vuestros tíos… Ya veréis la  ilusión que les hace, más que un regalo de cumpleaños.

Igual ya habéis probado todo, y aún así tenéis ganas de salir. Normal, yo también las tengo. Y no queda nada para que podamos hacerlo. Pero mientras tanto, ¿sabíais que algunos de los mayores genios de la historia estuvieron mucho tiempo sin poder salir de casa? Y como se aburrían, aprovecharon que estaban encerrados para descubrir qué era lo que más les gustaba hacer. También imaginaron así grandes historias. Os voy a contar dos ejemplos. 

Uno es Bram Stoker. Un nombre un poco raro, lo sé, pero él es el que escribió Drácula, seguro que conocéis esa historia. Pues si nosotros llevamos en casa seis semanas, él se pasó en la cama ¡SIETE AÑOS! ¿Os lo imagináis? ¡Normal que luego se inventara una historia de tanto miedo!

Con el segundo no os lo voy a poner tan fácil, lo tenéis que adivinar con la ayuda de papá y mamá. La primera pista es que escribió un libro muy gordo que se parece mucho a lo que estamos viviendo ahora con el Coronavirus. Cuando seáis mayores lo podréis leer. La segunda pista es que a él le encantaba jugar al fútbol (no, no sale en Futbolísimos); de hecho era un portero buenísimo, pero se puso muy enfermo cuando era joven y tuvo que pasar mucho tiempo en casa. Ahí descubrió que quería ser escritor. Y ya lo creo que lo fue: ganó el Premio Nobel, el premio que solo ganan los mejores de los mejores. Para la tercera pista os voy a dejar el principio de un cuento que escribió y que de mayores también podréis leer.  Porque al igual que en esta historia, la escuela también os echa de menos. Seguro que vosotros a ella un poco también.

Investigad, investigad…

El huésped

“El maestro vio a los dos hombres que venían hacia él. Uno iba a caballo, el otro a pie. Todavía no habían emprendido el ascenso de la abrupta ladera que conducía a la escuela, construida en el flanco de una colina. Avanzaban trabajosamente, progresando con lentitud en la nieve, entre las piedras, sobre la inmensa llanura del páramo desierto. De vez en cuando el caballo se encabritaba. Aún no se le oía pero se veía el chorro de vapor que le brotaba entonces de los ollares (agujeros de la nariz). El maestro calculó que no llegarían a la colina antes de media hora. Hacía frío; volvió a entrar en la escuela para buscar un guardapolvos (un abrigo).

Cruzó el aula vacía y helada. En la pizarra los cuatro ríos de Francia, dibujados con cuatro barras de tiza de colores diferentes, bajaban hacia sus estuarios desde hacía tres días. La nieve había empezado a caer brutalmente a mediados de octubre, después de ocho meses de sequía, sin que hubiera habido una transición lluviosa, y la veintena de escolares que vivían en los pueblos diseminados por el páramo ya no venían. Había que esperar al buen tiempo…”.

Además os dejamos un VÍDEO de vuestros profes, para que veáis una de las cosas que estamos haciendo estos días y que nos encanta.

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